
JuanitArq
La BELLEZA
Situándonos primero dentro del contexto al cual perteneció León Battista Alberti, entendemos entonces que estamos hablando del Quattrocento, periodo histórico de gran trascendencia cultural; comienzo de una revolución artística que marca y transforma el arte en todo Europa. Nos referimos a un primer periodo renacentista en donde la belleza se va a dar en la forma, su fin se aproxima ya no a Dios, sino al Hombre, alejándose de la moral como contenido dentro de las concepciones artísticas. Retomando ideas de lo clásico; La armonía de las formas, de la naturaleza y del hombre dentro de ella, supone la nueva concepción artística de este nuevo movimiento.
Es claro, que para que esta armonía tuviera lugar se debía idealizar la realidad, de tal forma que ésta se acercara a la BELLEZA. Esta palabra toma suma importancia, pues se comienza a percibir ya como algo puro y místico que conlleva una connotación más metafísica que real o visible.
Alberti, en su libro De re a edificatoria, da dos definiciones de belleza diferentes. La primera de ellas, la define de la siguiente manera,
“ la belleza es una cierta armonía entre todas las partes que la conforman, de modo que no se puede añadir, quitar o cambiar algo, sin que lo haga más reprobable”.
Aquí, la belleza es considerada una armonía en si misma, en donde el todo no puede ser alterado de ninguna manera, pues repercutiría en el desvanecimiento y posible desaparición de la Belleza (armonía).
La segunda definición dice lo siguiente,
“La belleza es cierto consenso y concordancia de las partes, en la cual se pretende que dichas partes se encuentren, cuya concordancia se habrá obtenido en efecto con cierto determinado número, acabamiento, y colocación, tal como la armonía, es decir, el principal intento de la naturaleza”.
La belleza en esta definición, ya no es considerada como una armonía, sino algo similar a ella en donde el todo tiene una sola disposición armónica de sus partes y de allí se da su belleza; al igual que en la primera definición, para que la belleza se de en el conjunto o el todo (que es lo mismo),éste no puede ser afectado, pues sólo tiene una posibilidad y disposición para alcanzar su fin de ser bello.
Precisando un poco mejor el significado de armonía y su relación intrínseca con la belleza, refirámonos de nuevo a la segunda definición en donde vemos como Alberti nombra tres elementos que denomina como: número, acabamiento y colocación quienes serán los responsables de alcanzar lo armonioso dentro del Conjunto. El primero hace referencia a la proporción aritmética de todas las partes, el segundo; al acabamiento del edificio en su forma geométrica, y el tercero a la distribución y unión de este con su entorno. En la unión y conexión de los tres esta implícita la belleza, consecuencia de la función que esta desempeñando la armonía; ordenando según una norma perfecta las diferentes partes de un todo.
Precisamente, estas normas “perfectas” pueden ser sólo ejemplificadas a partir de la naturaleza, pues allí esta tácita la belleza y la armonía en su máximo esplendor. Para Alberti, la finalidad del ser humano es encontrar esa armonía, por esto, la naturaleza es un principio y un final, una ley, y un objetivo humano. La armonía regula el orden de la naturaleza, de allí su perfección y concordancia. Para que esa ley natural funcione dentro del mundo material, dice Alberti, se debe recurrir al método antiguo del periodo clásico en cuanto que hay que imitar la naturaleza, como modelo de lo bello, pero difiere y aclara, que la imitación no consiste en una representación formal y exterior de la naturaleza, sino de estas mismas leyes naturales que la rigen y que la hacen, armoniosa y seguidamente bella. Se deben imitar entonces no objetos concretos sino tipos y géneros, y así abstraer de diferentes elementos de la naturaleza como el número, el acabamiento y la colocación, una idea para crear y proyectar algo como un edificio, contenido de armonía y belleza; esta última para Alberti debe basarse en un juicio objetivo, de un acto racional innato de la mente; y no de una simple opinión o reacción subjetiva de los hombres ante ésta, tachando de ignorantes a quienes afirmaban que la belleza variaba según los gustos del observador.
Las siguiente cita sacada del texto De re a edificatoria, vemos como Alberti justifica el grado de importancia que le esta otorgando al concepto de belleza y el papel tan importante que entra a cumplir dentro de la arquitectura,
“Además, la belleza de la cual estamos hablando es algo que contribuye enormemente a la comodidad e incluso a la duración del edificio. Pues, ¿Quién no reconocerá que se siente más a gusto cuando se encuentra entre paredes adornadas, que entre paredes desnudas? ¿Y que otro medio más seguro podría hallar el arte humano para proteger sus obras de las agresiones de los hombres? En efecto, la belleza alcanzará incluso al enemigo devastador, templando su furia para que las obras resulten respetadas. Osaría decir más: no hay nada mejor que el decoro y hermosura formales para proteger una obra de la destrucción humana y preservarla ilesa”.
Y bien, Alberti afirma que el ser humano admira más el mundo y la naturaleza por su belleza que por su utilidad; de este modo, un edificio no puede carecer de ella por ningún motivo, pues no importa cuan funcional sea, cuanto satisfaga una necesidad o como responda a la comodidad, si falla su elegancia, éste pierde toda importancia . Al igual que la naturaleza, el edificio debe ser bello tanto para los más altos expertos como para los más profanos individuos.
Es tanto el valor de la belleza, que se vuelve una herramienta para impedir las injurias de los hombres y hacer prevalecer y guardar la seguridad de la obra. La belleza es para Alberti finalmente ese elemento estructurador para que una obra arquitectónica sea una obra de arte; dotada de una idealización natural en donde conjugan diferentes partes en una relación armoniosa y donde consigue obtener con ella, “honor, gracia, autoridad y valor”.
Adolf Loos, perteneció a un periodo histórico (1870-1933), que enmarca un cambio socio-cultural y da paso al nuevo movimiento moderno; una nueva concepción de vida que trae consigo nuevas corrientes, tendencias y pensamientos que se imponen en el mundo de las artes y la filosofía, entre muchos otros.
El arquitecto vienes fue durante su vida una personalidad polémica perteneciente a un grupo de intelectuales que postulaban (de manera general) algo que podemos comprender más fácilmente si acomodamos las siguientes palabras de Kant dentro del contexto artístico para así comenzar a vislumbrar la fuerte posición estética de este singular grupo, especialmente de Loos, que se encontraba en contraposición a movimientos coetáneos, tales como la secesión vienesa,(versión austriaca del art nouveau) la vanguardia racionalista o el posterior funcionalismo. Dice Kant: “no se es rico por aquello que se posee, sino mucho mas por aquello de lo que uno puede prescindir con dignidad”.
Ahora bien, para entender el concepto de belleza en Loos, haré referencia a las tres palabras más trascendentales y significativas que a mi juicio lo definen; utilidad, verdad y amoralidad. Sin dejar a un lado un cuarto término antitético que juega un papel de indecoroso dentro de las tres anteriores y se postula como eterno enemigo de la belleza; el ornamento.
Primero, para explicar el concepto de belleza como utilidad, el arquitecto se remite en principio a una de las definiciones dadas por Alberti acerca de la belleza en donde dice: “un objeto que sea tan perfecto que no pueda quitársele ni agregársele nada sin perjudicarse, es bello. Tiene entonces la armonía más perfecta y definitiva”. Por belleza se entiende entonces la perfección máxima; dentro de esa perfección entra evidentemente la naturaleza, quien sin dejar nada superfluo o al azar, tiene una finalidad y desempeña un papel útil dentro de la vida, además de ser bella. Entonces, si algo es útil y esta en correspondencia con la finalidad de su existencia, adquiere un grado de belleza, que no es absoluta, aclara Loos, pues ésta se vera sujeta a la subjetividad del uso humano y la consecuente transformación que esté le de a su finalidad única, obteniendo así que se evapore su belleza. “<Pero, ¡ved que escritorio tan bello!> <¿escritorio? ¡si es horrible!> <Es que no es escritorio, sino una mesa de billar>. <¡Ah bueno! Una mesa de billar; cierto es bonita>. <¡Oh, mire qué pinzas para el azúcar más esplendida!> <¡Que van a ser espléndidas, las encuentro horribles, ni más ni menos!> <Pero es que se trata de una pala de carbón!>. <¡Bueno, en tal caso, es una espléndida pala de carbón!.>.”
En segundo lugar, el concepto de verdad encuentra una relación íntima con el concepto de belleza para Loos. Verdad puede ser entendida en el discurso de Loos desde diferentes ramas, ya sea la material, la biológica o evolutiva, la formal o la sicológica, pero todas se remiten de alguna manera a una misma distinción entre apariencia y realidad y fenómeno y esencia. Para Loos, la verdad esta ligada al conocimiento, esto quiere decir para el caso de un arquitecto por ejemplo; que su papel debe ser el de mostrar la verdad de un edificio en su materialidad y lógica formal interna, pues a partir de ellas el hombre puede no sólo intuir un espacio, sino conocerlo. Es pues, esa veracidad y realidad que deja ver ese mismo material y esa lógica funcional la que permite que se pueda emitir un juicio estético. Un edificio que cumple con esto, puede entrar entonces a ser considerado bello. “De modo que, prescindiendo de los fines útiles, la finalidad de la arquitectura bella es facilitarnos la intuición de determinadas ideas”.
Lo amoral, es el tercer concepto por el cual podemos entender lo que es para Loos belleza. Lo amoral a diferencia de lo inmoral, puede traer consigo belleza, pues esta ligado a la naturalidad; así, un niño es igual de amoral a un hombre que este arraigado a preceptos de su propia cultura, al azar y eventualidad de su vida cotidiana. Por el contrario no puede llegar a ser bello para el arquitecto, aquello que es inmoral, es decir, por dar un ejemplo alguien que se apropie de preceptos no útiles de una cultura y un momento histórico del pasado, pues considera, que esto genera un retroceso estético y moral tal, que no podrían estos adquirir jamás una connotación de belleza, porque simplemente ya no tendrían el mismo significado e impacto dentro de una nueva cultura que no comparte una misma finalidad o forma de vida con la anterior y que debe demostrar por el contrario una identidad diciente y decisiva acorde con sus mismas exigencias.
Por ultimo, encontraremos cómo el ornamento, como contrario o antítesis de utilidad, verdad y amoralidad, será finalmente la mejor herramienta para enlazarlos y terminar de entender a partir de lo que no es belleza; qué sí lo es. Y bien, el ornamento al no cumplir un papel diferente al de decorar, se quita importancia y credibilidad no sólo a si mismo sino que a su ves, le quita toda posibilidad de belleza al objeto o persona que este adornado por éste.
El ornamento, se encarga de enmascarar y ocultar la verdad de lo que detrás de el se esconde, quitándole así su veracidad y naturalidad. “ …Nos encontramos con que el recurso al ornamento no sólo es inmoral sino que equivale a una violación del orden biológico de la naturaleza. En cierto sentido, habría que decir que es precisamente esa trasgresión, esa falta de respeto hacia los postulados de la naturaleza lo que hace que el recurso al ornamento sea inmoral”. La solidez de el material, es lo que debe caracterizar un objeto u espacio modernos, pero cuando estos se someten a ornamentaciones, su periodo de vida y el impacto que pretende generar en el hombre disminuye por tener que someterse a cuestiones efímeras y banales como los caprichos y las tendencias de moda.
La ausencia de ornamentación es para Loos un signo de vitalidad y fuerza espiritual, una capacidad de lo natural o artificial de mantener su belleza a partir de su utilidad o rol dentro de una cultura, de la verdad y sensatez con la que se muestra frente a su contexto social, y por último, de una condición amoral que se da en aquel o aquello que no pretende ser más que algo con un significado y trascendencia en un presente y una respuesta a un impulso natural que corresponde a estímulos o preceptos generados por ese único presente que lo puede definir.
“Buscar la belleza en la forma sola, y no hacerla depender del ornamento, es el objetivo al que aspira toda la humanidad”. Adolf Loos
En síntesis; la definición idealista de belleza tanto para Alberti, como para Loos va a ir ligada de manera intrínseca con la naturaleza y su condición de perfección. El desarrollo y logro armonioso de esta es tal, que no permite ser alterada o modificada pues, es en su ideal y exacto acople de todo en su conjunto, en donde se encuentra su belleza; Entonces, lo bello dentro del mundo material, es aquello que consigue entender, abstraer y plasmar de la mejor manera esa naturaleza misma, junto con su armonía, su comportamiento, su lógica, su perfección.
Ahora bien, el significado y rol que Alberti le da a cumplir a la belleza dentro de la sociedad será; hacer prevalecer en el tiempo algo (un objeto u edificio) por su misma condición de belleza más que por su utilidad, inspirar y estimular comportamientos y acciones humanas positivas (idealismo) y ser comprendida y valorada a partir de un racionamiento humano objetivo que no deja cábida a subjetividades, u opiniones sin valor.
Por otro lado, para Loos el significado e importancia de belleza en la sociedad se da a partir del objeto, edificio, etc. y su utilidad, su finalidad y su verdad. Es decir, aquí la belleza ya es algo que cumple una función y que tiene una utilidad y un propósito único y definido; es responsable de mostrar y mantener su verdad en el mundo, la cual, debe verse reflejada siempre como prueba de su misma naturalidad a la hora de ser sometida a un juicio social para así conseguir escapar de apreciaciones subjetivas y comentarios banales.
La noción de belleza en Alberti, está ligada por definición a la de Loos, pero difieren al momento de darle su juicio de valor y significado dentro de la sociedad.
En Alberti, la belleza esta muy ligada al ornamento, al decoro, y a elementos que no cumplen una función y no tienen una utilidad o finalidad más que disfrazar, y buscar el goce del ojo humano; prima la imagen como reflejo y representación de belleza.
Loos por su parte, trae una nueva condición de verdad que absuelve por completo la existencia de cualquier tipo de elemento adicional(ornamento) al necesario y útil dentro de algún objeto u edificio. A diferencia de Alberti, a Loos ya no le basta con que agrade a el ojo humano, sino que agrade por su verdad y por el papel que juega dentro de la sociedad; sino, no puede existir belleza.
Y bien, podemos encontrar que las posturas de cada uno de estos autores van a estar determinadas por su propio contexto histórico; es decir, para Alberti el significado de la utilidad no puede ser tan importante como lo es para Loos, sencillamente por que no le toco vivir un periodo de revolución y desarrollo universal social y cultural(principios del modernismo) en donde más que el ser humano, lo que tomó valor fue lo que este produjo; así como Loos no puede devolverse a pensar como Alberti quien perteneció a un periodo histórico que venía de tener una concepción del mundo que desvaloraba o ponía en un segundo plano al ser humano, para pasar a lo justamente contrarío, idealizarlo y elevarlo, a tal punto de lograr exaltar sus cualidades al máximo.
De acuerdo a lo planteado por ambos arquitectos frente a la belleza, me atreveré a decir lo siguiente, a modo de conclusión:
Coincido con Alberti y con Loos, en que la belleza, no debe estar sometida nunca a juicios subjetivos; en la actualidad, es muy común oír decir que la belleza es un tema muy “subjetivo” y que depende de que tanto equis objeto, edificio u obra de arte logra conmover, impresionar o emocionar a ese alguien en particular. Y pues bien, en parte esto es cierto; pues, repito, a mi juicio, uno de los requisitos que se necesitan para entrar al campo de la belleza debe ser lograr generar y transmitir sensaciones y percepciones inmediatas, tácitas y positivas al ser humano, pero solo aquello que consigue trascender de lo particular para hacerlo o causarlo de manera global, universal, trascendiendo fronteras territoriales, temporales y culturas puede ser bello. Todo aquello que es objeto de discusión entre si es bello o no ya no puede serlo por simplemente estar sometido a ese juicio. La belleza entonces, debe ser objetiva, universal, perdurable y acordada por todos de la misma manera, así como también debe poseer un significado, una verdad y un propósito dentro del mundo, como vimos anteriormente, afirmaba Loos.
El cielo y el mar, son la definición mas exacta para ilustrar por medio de ejemplos, la belleza. Tanto para Alberti, como para Loos como para mi, como para ti, el cielo y el mar son bellos, universalmente lo son, cumplen un fin, alteran las sensaciones humanas y trascienden.
Ahora, si hablamos de belleza artificial; creación humana, un claro ejemplo que me sería útil para explicar el significado de ésta, podría ser el gran vitral de la Catedral de Notre Dame, en Paris, (por nombrar alguno), aunque se podrían nombrar muchos más.
Veamos, casi podría asegurar que cualquiera, no importa ninguna condición, podría afirmar que este resultado artístico y arquitectónico es bello, sin necesidad de ser sugestionado o de tener algún conocimiento frente a aquello que ve, el vitral cumple una función; adorna el edificio y permite el paso de la luz, y no importa cuanto tiempo pase, él siempre será bello, y mantendrá su fin dentro de su misma existencia.
Para terminar, al igual que la naturaleza, el vitral no debe ni necesita ser alterado o modificado, su sistema funciona armoniosamente y cumple con su propósito con tal punto de perfección. Acordando con Alberti, su belleza inspira cuidarlo, sugiere sensaciones positivas, provoca y estimula percepciones y comportamientos. Su belleza es objetiva, tácita, no cabe en el campo de la duda, y es universal.
Nuestras elecciones, opiniones y percepciones, son cada vez más, admitidas dentro de las consideraciones sociales. Lo que me interesa con esto es dejar en claro, que no importa que tan permisiva se encuentre nuestra sociedad, al momento de valorar juicios ajenos y subjetivos, frente al arte por dar un ejemplo; la belleza como ya enfaticé anteriormente, debe escapar a como de lugar a perder ese lugar y objetividad propios de su existencia (sino no tendría sentido discutir sobre ella) preservando su integridad, sin temor a perderla, independientemente de la evolución que va teniendo nuestra época y que continuará en épocas futuras.
-
THÉMATA: Revista de filosofía . Num.39,2007
-
Adolf Loos: Ornamento y delito
-
Alberti, Ten books on architecture
-
http://www.avizora.com/publicaciones/artes/textos/0085_armonía_belleza_alberti.htm
-
http://www.virtual.unal.edu.co/cursos/sedes/manizales/4020061/descargas/a_alberti.pdf
2012